Archive for agosto, 2012


El comportamiento social es un valor que apreciamos en nuestras mascotas, en perros y hasta en gatos. La capacidad que tienen esos animales para tolerarnos, para asociar y vincular su comportamiento natural con nuestros hábitos o para exhibir los suyos.

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Un reto para el cuidador: familiarizarse con su mascota

Pedir sus piensos con gestos, sentir miedo, padecer a la soledad, esperar una recompensa con su comida, ser agresivos o demostrar alegría son parte de ese comportamiento social que deseamos en nuestras mascotas, que entendemos con la rutina de la compañía y con la simple observación.

Reconocemos esos hábitos sociales en perros, en gatos, en algunas aves, pero ¿y en animales salvajes qué también comparten nuestro espacio doméstico cómo mascotas? Por ejemplo, en reptiles como las iguanas o los camaleones.

Esa es probablemente la frontera, un línea invisible que hemos de traspasar, un reto personal de todo cuidador que quiera familiarizarse con sus reptiles, con su iguana o con su camaleón. Comprender las fórmulas de interacción social de unas especies que son ajenas a las pautas de los mamíferos más afines a nosotros.

Así, ¿qué hemos de esperar o qué habremos de reconocer en el comportamiento social de las iguanas o de los camaleones que nos ayude a mejorar su confortabilidad y a disfrutar mejor de su compañía?

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que a los reptiles no se les puede pedir el mismo grado de emotividad, de interactividad, que a mascotas más evolucionadas. Un perro o un gato mueve la cola cuando sienten agrado por su comida, por los piensos que les servimos, vocalizan, ladran o maullan con diferentes tonos cuyo significado podemos intuir.

Las iguanas y los camaleones nunca harán eso. No porque sólo porque, para nuestros oídos sean mudas, sino porque no responden de la misma manera.

El desarrollo normal de la vida de estos animales salvajes, con sus funciones básicas atendidas, como la seguir su alimentación o procrear sin ningún inconveniente en nuestra cautividad, será todo un triunfo y la forma en la que recogeremos la aceptación natural de nuestras iguanas o de nuestro camaleones en el entorno que hemos creado para ellas.

Algo que nos reconocerá con su experiencia un veterinario o cualquier profesional que esté al frente de una tienda de animales donde solamos comprar la comida de nuestras mascotas.

Una aceptación que, en cualquier caso, pasa por una estrecha conexión química, no la química que une a los caracteres, no es ésa. Hablamos de la química, la asociada a las feromonas. Los reptiles se comunican, se entienden socialmente, se aceptan, cazan o se aparean, se estabilizan y se integran en su entorno de acuerdo al rastro bioquímico que pueden percibir alrededor o de sus presas. No son buenas vibraciones, pero, por simplificar mucho, podría entenderse así.

¿Es un olor que captan los camaleones y las iguanas a su alrededor? No exactamente éso. Las feromonas que detectan estos animales salvajes y que le sirven para conseguir comida y sobrevivir son parte un mensaje químico un perfil único.

Un perfil único que se evalúa en el cerebro de los reptiles para acomodar una respuesta a tono, pero que se capta con unos órganos sensoriales situados en el paladar. Partículas químicas contenidas en el aire que las iguanas o los camaleones recogen a su alrededor.

Las iguanas detectarían así a lo que huele su comida más deseada, pero del mismo modo el perfume que llevamos cuando nos acercamos a ellas u olores extraños en la tierra que nos hayamos apuntado a comprar en una tienda de animales.

Una sensibilidad variable y extrema que tenemos que entender y que está en la base de su capacidad de relación con lo que les rodea.

Un sistema de percepción extraordinariamente fino y delicado que para estos animales salvajes es una ventaja natural, pero que también puede volverse contra ellos, si no somos capaces de gestionarlo para colaborar con esa interacción social que deseamos para mayor tranquilidad del animal.

Los hamsters y los hurones no pueden ser más diferentes si sólo se les compara por cómo se distribuyen en sus razas. Y son tan distintos, porque, si para los hamsters hay variedades diferenciadas, para los hurones no, sólo existe una raza.

Los hurones no se distinguen por razas, sino por pelajes

La variabilidad de los hurones obedece únicamente a los diferentes tipos de tonalidades que llegan a cubrir su cuerpo. A pesar de esas distinciones, hay fórmulas o patrones de distribución de los colores que permiten una clasificación asequible y comprensible para cualquier aficionado a estos animales.

Pero hablemos primero de la razas de hamsters. Los hamsters conocidos como mascotas se asocian a cinco especies: Los dorados, los Rovorobsky, los chinos, los Campbell y los de angora.

Los hamsters dorados son los más clásicos, esos pequeños hamsters que solemos ver y comprar en las tiendas de animales y que son color ocre o marrones claros con manchas blancas en algunas ocasiones.

Son pequeños, naturales de Siria, y, en origen, son animales salvajes del desierto, aunque eso no significa que sean igual a agresivos, por regla general, suelen ser dóciles y juguetones con todos en la familia.

Los hamsters Rovorobsky proceden de las estepas y zonas áridas rusas, de Mongolia y de China, están acostumbrados al frío y su pelaje son diferentes tonalidades de marrón.

Son los más pequeños, hacen grandes agujeros con corredores conectados bajo tierra que les sirven de madriguera. Son difíciles de domesticar, resultan muy asustadizos y se caracterizan por sus ojos saltones, negros, grandes, oscuros.

Los hamsters chinos apenas si tienen pelaje que pudiera considerarse largo, más bien un pelo corto y sedoso. Se les distingue, por su larga cola y por su variedad de tonos, que van del blanco al negro total. Se han introducido más recientemente en nuestros puntos de referencia de mascotas, la tienda de animales.

Los hamsters de angora tienen, en cambio, el pelaje largo, los mismos ojos saltones que los Rovorobsky y unas variaciones de coloración que resultan gran parte de su atractivo.

Por último, los hamsters Campbell que presentan también distintas tonalidades y se distinguen por su extraordinaria vitalidad y porque los machos cuentan con una glándula odorífera a la altura del ombligo que les sirve para marcar con olor su espacio.

Como comentábamos, el caso de los hurones es distinto, no se puede hablar de diferentes razas, porque sólo hay una, de lo que se puede hablar entonces es de distintos pelajes.

Hay toda una clasificación para identificar la fórmula de la capa de los hurones y bajo cuyas denominaciones un aficionado puede ser capaz de interpretar cómo puede ser cualquiera de los tipos de hurones existentes sin haberlo visto.

Para identificar las variedades, por ejemplo en una tienda de animales donde nos acerquemos a comprar un ejemplar, lo primero que hay que tener en cuenta es que los hurones presentan dos colores.

Uno que se considera el principal y otro, el secundario, que forma la base del tono de su cuerpo. El color principal dominaría las patas, los hombros, la cola, y, en ocasiones, la máscara, sobre los ojos. Del tono principal, se deducen siete formas de color de los hurones.

Para el color secundario, se atribuyen cuatro tipos de pelajes en los hurones, que tienen diferentes denominaciones en función de su extensión.

Un tercer tipo de pelaje estaría relacionado sólo con los hurones que son blancos, que serían cinco tipos de tonos blancos. De un solo blanco, en combinaciones de dos blancos y hasta los cinco al mismo tiempo.

Pero hay más, en lo que se refiere al color, y sólo al color, se han de distinguir cuatro modelos los sólidos, los marmolados, los siameses y los standard.

Los colores de los hurones sólidos son los tonos únicos uniformes que se pueden distinguir en todo el animal. Los marmolados serían todo lo contrario, no hay un tono definido único en el pelaje de los hurones.

Los colores siameses son como los de los gatos del mismo nombre, con tonos distribuidos aquí y allá sin patrón aparente. Por último, los standard son aquellos hurones con colores en su cuerpo en los que ninguno supera el 25% de toda la extensión de su pelaje.

En cuanto al color blanco, y sólo para los tonos blancos, los hurones pueden ser ‘guantes’, para los de patas blancas; ‘llamarada’ para los que tienen una línea de color blancuzca que suele ir de la nariz a los hombros; ‘babero’ para cuando presentan una superficie blanquecina alrededor o a la altura del cuello; y, por último, los ‘tips’, cuando la punta de la cola es blanca.

Visto todo ésto, hurones y hamsters, no pueden ser más diferentes. Entre ellos, hay color.